Por: Luis Enrique Ayala

Liderazgo Animal

Durante mi colaboración con diferentes líderes y sus equipos, he observado que el auto conocimiento, el dominio personal y el tener claro el rol que cada miembro realiza en la organización permite a los equipos ser mucho más efectivos en su colaboración y el logro de sus resultados.

Si bien, los desafíos recientes nos han traído muchos espacios para reflexionar, hoy hablaremos aquí de aquel que tiene que ver con nuestra naturaleza humana y la reconexión con nuestros instintos básicos que nos conectan con nuestra sabiduría animal.

Para ello te comparto mi experiencia a lo largo de más de 15 años trabajando con caballos, perros y algunas otras especies de nuestro vasto reino animal, pero ¿que tiene que ver esto con los desafíos del mercado, la organización, el equipo, sus metas y la manera de lograr los resultados?

Pues bien, conozcamos el enfoque de la mentalidad de manada.

En una manada animal, sus miembros colaboran, conviven, comen, juegan, se desplazan, duermen y casi todo lo hacen juntos, pero para que una manada se sienta segura requiere de un líder.

El líder de la manada no es el más grande, el más fuerte o el más agresivo, es precisamente el que posee un auto dominio a prueba de cualquier situación y es ese auto dominio lo que lo hace líder.

En la manada, el líder es el que hace lo que tiene que hacer cuando tiene que hacerse en beneficio de la mayoría; es el que cuando se requiere mostrar disciplina pone el ejemplo y ese ejemplo le otorga la autoridad para exigirla a los demás; es aquel que no se detiene cuando es necesario disciplinar a otros ni tampoco cuando es el momento de mostrar afecto; cuando la cacería está en marcha el líder emprende el camino, no pregunta ni pide a nadie que lo siga, los demás simplemente van con él y toman su rol, él se asegura de que no haya confusión.

En el día a día dentro de la manada, se presentan múltiples desafíos que podrían generar desequilibrios, mismos que pueden surgir a partir de la jerarquía y de los roles que ejecuta cada uno, sin embargo, nadie otorga el puesto, el cargo o el rol, ellos logran descifrarlo por sí mismos estableciendo internamente sus jerarquías, quienes no las descifran simplemente quedan fuera.

¿Cuales son los elementos que pueden generar confusión dentro de una manada?

  • ¿Hay claridad de roles?
  • ¿Cada uno conoce su lugar y sabe lo que tiene que hacer?
  • ¿Están protegidos?
  • ¿Tienen comida?

El líder en la manada otorga claridad en cada uno de estos elementos y cada miembro se convierte en corresponsable de aprender con el objetivo de que su manada sea efectiva al momento de obtener los recursos que necesita para su sobrevivencia, de que se mantenga equilibrada y de que conviva en armonía.

Me pregunto, ¿como sería nuestra vida si a nuestra evolución humana le integráramos la sabiduría del liderazgo animal? permitiendo que surjan en nosotros los instintos básicos que nos inspiren a hacernos las mismas preguntas que en la manada:

  • ¿Tenemos claridad de roles?
  • ¿Cada miembro sabe y conoce lo que se espera de él?
  • ¿Cada miembro se siente seguro emocionalmente en un entorno donde la única constante es el cambio?
  • ¿Cada miembro cuenta con los elementos necesarios para alimentar su vida personal, familiar, profesional, social y de trascendencia?

 

Sin embargo, queramos o no, hoy sabemos que es responsabilidad de el líder otorgar claridad y satisfacer cada uno de estos tópicos asegurándose, de que cada uno de los miembros de su organización aprendan también a hacerse cargo de satisfacerlos cabalmente.

 

Ahora bien, es pertinente recordar que tener una estructura no es tener una organización y que, aunque invirtamos en traer al equipo con las mejores competencias, no necesariamente conoce y tiene claro cual es su rol, lo que se espera de él y cuales son sus responsabilidades dentro de la organización.

 

Es aquí justo donde cabe integrar a la evolución humana el liderazgo animal, asegurándonos de que cuando la cacería esta en marcha no haya confusión y de ser lideres con un dominio personal a prueba de cualquier desafío, haciendo lo que tenemos que hacer cuando se tiene que hacer en beneficio de la organización, poniendo ejemplo de disciplina para ganar la autoridad moral a la hora de exigirla al equipo; tener la presencia corporal y emocional cuando es necesario disciplinar a otros, pero también cuando es el momento de mostrar afecto.

 

Incorporar la sabiduría de el liderazgo animal a nuestra evolución humana y a nuestro dominio personal nos permitirá crear organizaciones equilibradas que cuidan de su entorno, generan resultados efectivos y satisfactorios para todos.

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