En nuestro continuo trabajo con diferentes clientes hemos descubierto que, la mayoría de las personas, desean colaborar en entornos confiables para la comunicación, porque desean sentirse motivados, confiados, empoderados, más productivos y exitosos; sin embargo, ¿si la mayoría de las personas desean lo mismo porque no lo logran?
Las compañías han comenzado a identificar que las técnicas para construir y mantener relaciones son en sí, un conjunto de habilidades. Se han dado cuenta que el capital colaborativo de sus empleados, que es la capacidad colectiva que tienen los empleados de construir relaciones de colaboración efectivas, es tan importante como su capital intelectual o financiero.
Varias investigaciones han mostrado que el coeficiente intelectual y el conocimiento técnico no determinan las diferencias que existen entre el desempeño del colaborador promedio y el de colaboradores excepcionales. En este sentido, se ha visto que uno de los factores que sí marca una diferencia significativa son las redes de colaboración que desarrollan los colaboradores excepcionales. Estas redes de colaboración permiten a los colaboradores que las desarrollan, acceder a la sabiduría colectiva de la gente con la que interactúan.
Por más de quince años, el consultor Steven Kelner ha realizado evaluaciones de competencia sobre las habilidades de colaboración de altos ejecutivos, y ha encontrado que en los últimos cinco años se ha incrementado drásticamente el interés de las empresas por las habilidades de colaboración.